Ya hacen 15 años desde que 186 países adoptaron la Declaración de Pekín de Naciones Unidas para combatir la discriminación y desigualdad de género.
Se puede decir que los avances mostrados en ésta última revisión de la agenda, parecen insuficientes.
Si hacemos una valoración a nivel mundial, las mujeres aún sobrepasan con mucha diferencia a los hombres en pobreza y reciben menos salario por el mismo trabajo además de continuar realizando toda esa labor oculta doméstica no reconocida ni remunerada.
Cada año, unas cinco mil mujeres son fusiladas, apedreadas, quemadas, enterradas vivas, estranguladas, asfixiadas o apuñaladas hasta la muerte, sólo en nombre del honor, de acuerdo con la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay.
Todavía hoy día existen demasiados gobiernos en el mundo que continúan promulgando legislaciones discriminatorias contra la población femenina, como en el caso de Afganistán y la ley Shia.
Las diferentes manifestaciones de violencia de género siguen acuciando a mujeres de todo el planeta, siguen siendo víctimas de violaciones como arma de guerra, de tráfico sexual, mutilación genital femenina y muchas otras formas de sometimiento que se dan con distinta intensidad en función del sitio donde se encuentren pero que se reparten por cualquier lugar de la tierra.
Dos tercios de las personas analfabetas siguen siendo mujeres y la mortalidad materna aún es altamente inaceptable.
La Declaración de Pekín promueve que los países miembros de la ONU reflejen en todas sus leyes y políticas una perspectiva de género con objeto de incrementar la participación de las mujeres en temas sociales, económicos y de acceso al poder político. Asimismo, la plataforma de la ONU impulsa el acceso a las mujeres a servicios de salud, a educación de calidad y a información sobre sus derechos reproductivos.
Pero pienso que a pesar de estos esfuerzos, podría decirse que los avances a nivel mundial no son tan notorios como desearíamos, porque cuando existen recomendaciones y orientaciones pero no se obliga a los gobiernos ni se sanciona con una estricta legislación internacional, todo queda en el saco de buenas intenciones y discretos avances de los países que se preocupan por ser y parecer avanzados. La realidad es que aún quedan demasiados reinos en este planeta que ignoran los beneficios que conlleva el avance en materia de igualdad, no sólo en tanto como consecución de auténtica democracia y derechos humanos sino como en evolución social y económica que en teoría debería preocupar seriamente a quienes dirigen los países, y en lugar de ser así, su ambición e ignorancia, les lleva a encontrar inconvenientes y poner límites a los movimientos pro igualitarios considerándolos como amenazas.
Coincidiendo con la presidencia española de La Unión Europea, se ha celebrado en Cádiz El Foro europeo, Pekín +15 además de adoptarse la Declaración de Cádiz en el seno de la II Cumbre de Mujeres y Poder que se ha llevado a cabo en la Diputación gaditana. En este foro donde se evalúa el desarrollo de los objetivos de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, se ha hecho balance del camino andado por los 27 países Estados miembros en los últimos 15 años del que se puede destacar:
- Las mujeres tienen mayor presencia en las universidades, pero son menos las que llegan a puestos de responsabilidad.
- Se ha avanzado en presencia en las Instancias del poder político, aunque la paridad de los sexos todavía no se alcanza.
- Escasa presencia de las mujeres en los órganos de decisión económica pese a que, se ha demostrado, que las empresas que dan cabida a las mujeres en la dirección mejoran los resultados económicos.
- La tasa de actividad económica de las mujeres es inferior a la masculina, cuentan con peores empleos, y menos ingresos. La brecha salarial entre hombres y mujeres persiste, pese a que la formación es, como mínimo comparable, situación que no se traduce en mejores empleos.- La corresponsabilidad en el reparto de tareas es un tema pendiente
Toda desigualdad detectada en Europa en relación al grueso de países menos desarrollados podría parecer baladí, pero hemos de considerar que la violencia de género es la manifestación más brutal de las desigualdades y que en cualquier parte del mundo no sólo se sigue sufriendo violencia sino que nos encontramos en una sociedad globalizada donde los cambios en una parte de la geografía afectan ineludiblemente al resto. Por otra parte, como suele decir Margarida Ledo, Diputada del Area de Igualdad en Cádiz, no podemos “morir de éxito”, porque a lo largo de la historia se han dado momentos de retroceso y esa es una posibilidad que hay que tener en cuenta para seguir evolucionando favorablemente.
No obstante, tenemos adelantos que celebrar en Europa. Concretamente en España se ha avanzado mucho legislativamente, desde la promulgación de nuestra CE tenemos igualdad formal pero además, se han continuado promoviendo cambios que han seguido una clara evolución desde la erradicación de legislación discriminatoria, hasta las necesarias medidas de acción positiva e inclusión de una legislación en materia de igualdad eminentemente trasversal que pretende impregnar de impacto de género a toda la legislación y de actuaciones en materia de igualdad a todas las actuaciones que se proyectan y ejecutan desde el poder ejecutivo llegando también al judicial fundamentalmente, gracias a la promulgación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección integral contra la Violencia de Género. De esta forma, si bien suele decirse que los cambios legislativos se han adelantado a los sociales, creo que puede afirmarse que es una eficaz estrategia de cambio y dentro del contexto actual, la más efectiva aunque como todo, con posibilidades de perfeccionamiento pues quedan muchas lagunas donde el poder legislador llega tímidamente pudiéndose hacer bien poco desde los organismos públicos y privados encargados de la promoción de valores igualitarios. A mi parecer, estos recovecos de la insuficiencia se encuentran fundamentalmente en la potestad de intervenir sobre la regulación de determinados potentes agentes socializadores como son la Televisión, los videojuegos e Internet, pues en estos campos, las tímidas medidas incluidas en la legislación podrían parecer la piedra de David contra Goliat pero el problema, es que en la sociedad de los medios de comunicación no existe un solo gigante.
Por todo esto, todo empeño en seguir evolucionando e interviniendo con constancia para educar en igualdad me parece poco. Pienso que hay que cuidar y respetar la labor realizada por tantas personas que han trabajado para la consecución de la misma con todas las fuerzas del alma. Pienso que es bueno que trascendamos a las modas, al absurdo debate generado entre personas desconocedoras de la materia de igualdad de género acerca de la necesidad de existencia o no de Ministerio de Igualdad o de las medidas aplicadas por el gobierno en esta área que pueden parecer más o menos acertadas en estos tiempos pero que pienso que hay que valorarlas en su conjunto y con una perspectiva histórica. Quienes vemos esta realidad desde dentro, podemos ver los humanos errores pero no por ello, dejamos de valorar los avances producidos ni cejamos nuestro empeño de seguir trazando el camino hacia la igualdad real que inspirándome en Amelia Valcárcel diría que no es sólo favorecedora sino imprescindible para vivir en una España impregnada de auténtica calidad democrática.
Agueda Leal Quiñones
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